martes, 24 de enero de 2012

A Benedetti





Qué me has hecho 
Viejo amigo.
Fue leer tus versos 
Y recelo tu cuento.



Mas, ya lamento
No cerciorar antes
El mundo, el jardín,
El todavía o tu te quiero.



Te entiendo de pleno
Viejo amigo
Cuando hablas de besos
De rojo carmesí por velo.



Sustento tus mismos abrazos
Esos de amor
De cámaras, recámaras
O bajo el cielo.



Oh amor, oh Arturo,
Tan sabio, tan necio.
No hay valor a tu recuerdo.
Su amor-muerte: mi credo.



Viejo amigo, te venero.
Eres dios, fantasma,
Lluviamor y sueño.
Eres lo que anhelo.

viernes, 6 de enero de 2012

Te acuedas de cuando... (I)

Sin querer olvidar lo que he sido, a diferencia de lo que soy ahora, brindo al recuerdo de uno de mis textos favoritos el primer viernes de este año:

QUE EL AMOR SE ADUEÑE DE NOSOTROS UN VIERNES DE ÉSTOS





Voto por no dejarnos nunca uno detrás al otro, será mejor permanecer juntos al unísono.
Demos rienda suelta a la imaginación, que tus gestos dirijan el compás y los míos, el
ritmo de nuestros latidos. Siente fuerte el calor de mis huesos, deja que mis brazos sean
quienes anuden el mejor vestido para tu cuerpo. Logra forzar mi anatomía, ponla a
prueba, encajemos en más posiciones de las que el azar nos permita. No rindas al
cansancio, permanece firme, tersa y vibrante como hasta ahora, ahógame en tus labios,
esos que retuerces cuando consigo timbrar las palabras que sientes bien dentro, más allá
de tus pechos perfectos...
Dame alas, permíteme que planee al borde de tu vientre, que tus piernas sean mi
interminable pista de aterrizaje, dame una excusa para dejarme caer, perderme en tus
adentros, allá donde sólo con pensarlo, la pasión logra derretir los cuerpos, allá donde
dos almas se rozan para obtener un solo pensamiento.
Que el amor se adueñe de nosotros un viernes de éstos...

domingo, 1 de enero de 2012

Eras...




Eras el primer pestañeo matutino,
Y el último pensamiento nocturno.

Eras...

No pasa un día sin que me acuerde del querer... pasan los años y sin embargo parece ayer, cuando nos amábamos, de corazón, solo con la mirada o un abrazo. Nos amábamos.

Amor...

El amor me despreció sin miramientos. Fue minando la esperanza a base de indiferencia. Eco de la aceptación y conformidad. Acunó mi despreciada esperanza.

Esperanza, esperar, amar...

Ya no sé amar, pero no he olvidado lo que era, simplemente ya no amo. Ese deseo huyó más rápido que mis piernas cuando corro.

Correr aprisas...

Ya no hay amor en mis días. Rodeado de todo y todos, durmiendo solo o acompañado, en movimiento o parado, a pie o tumbado, corriendo o a nado. Perdió todo su significado.

Amén...

Amen o no amen el resto, les admiro, me trasmiten el sosiego de pensar que existe y es alcanzable. Mantengo fatua y leve la llama de la esperanza. Lejos ya de a quién se lo había brindado.

Quizá...

Quizá ni existas. Quizá vuelvas a tener rostro y no caras imaginadas.

Quizá, amor, querer, tú...

Quizá te acercarás a mis días, tomando entre las tuyas, mis manos, amor, quizá te acercarás a mis noches, arropando mis sueños. Te dibujo en las nubes de mi alma y te esfumas tal que humo de tabaco negro.

Quizá algún día serás lo que habré anhelado.

Quizá, quizá y quizá serás lo que nunca eras.