lunes, 18 de noviembre de 2013

Una historia más de cualquier ciudad (7/11/2011)

Y desvías, como el viento desvía el cielo otoñal madrileño, gira y torna el crujir al pisar de hojas, el aderezo de colores en paraguas de sus calles en días de lluvia. Tal que el sinsabor de aromar el humo denso, opaco, obstuso, aliñado ligeramente con el asar del fruto del castañar...

De inusual manera logran tus tacones retorcer el trazo de tu camino, de tu viajar sin sendero por aceras duras, vos cruzas con dulzura la calzada, resbalas, levitas, marcas y enmarcas distraída cada huella ante el umbral de mi pestañear, al cuál sirve en intervalos de anhelo, su brindar fulgor, buscando sorprender descuidados con algún fugaz toque de inspiración, un atisbo leve de tu deslumbrante ver sin observar hacia mí.

Más te acercas. Más y más. De manera similar a la niebla en los días que nos acechan, fríos y gélidos, desarroparán el madrugar, humedecerán la punta de la nariz y untarán con el invernal rosado barniz la piel del descuidado... con tal descuido asoma tu pupila al borde de tu lagrimal. Sin detener tu constante danza al caminar, imagino un guiño en tus ojos, y la misma sonrisa que me dejas en la cara, pintada de rojo, en tus labios de perfección.

Me detengo, escucho tu alejar, yo, visceral, suspiro la vuelta a la tenue realidad, busco tu figura con rostro y desfilo en la opuesta dirección, sabiendo que jamás nos volveremos a encontrar...

Una historia más de cualquier ciudad.