viernes, 30 de mayo de 2014

Ella podría ser yo

Aun no es de día, la pasada madrugada favorece un gélido amanecer, aun en penumbra pude percibir su necesidad de llamar la atención. Con peinado cuidado hasta un límite insospechado, muñecas con excesivos adornos y uñas de colores para evitar que algún despistado pase su presencia por alto.

Alta de por sí busca alzarse aun más por andamiaje calzado. Camina a golpes, simulando pisar pescuezos de aquellos que amargaron y criticaron anteriormente.

Ahora ella deslumbra, aunque no como imagina. Lee un libro mostrando a todos su portada, anatomía de grey, creí ver. No presté tanta atención al libro como al gesto. No aparta sus opacas gafas de sol. El vagón en tinieblas impide ver si lee o dormita. Aun hace fresco, el suficiente para no retirarme la chaqueta. Ella, sin apenas dejar mucho a la imaginación, juraría que he visto en un instante que tirita.

Ella alza a ratos la vista y mira si aun es destino del resto de miradas. No pierdo detalle de los gestos y sonrío al acertar: aparta las gafas de sus jóvenes verdes ojos para localizar la esquina del papel y pasar pagina. Casi 10 minutos enfrascada en tal interesante pagina...

Pobre de ella, ansiada por recibir aprobación externa, pobre de ella... Pobre de mí, que vi mi reflejo en ella, y, aunque exento de pendientes por doquier, ropa presuntuosa, calzas y demás adornos y florituras... Ella podría ser yo, no hace tanto tiempo...

martes, 20 de mayo de 2014

Ella es tres puntos suspensivos

¿Alguna vez has conocido un ser tan puro, digno de mención, de versos inmersos en una métrica sonora dentro de una prosa como ésta?
¿Alguna vez has sucumbido a la inocencia?
¿A una mirada dulce, afable, tierna, directa, amable, buena, completa, llena, brillante, tenue y constante y de mil adjetivos más?
¿A los ojos de madurez, de buena fe, de sentimiento, capaces de transmitir tal paz y sosiego con solo corresponder su mirar...?
Ella... de dulce ser, de calidez y fría tez, de pelo suelto para regalar caricias a la brisa, de rostro de ángel y boca predecida para sonreír. Ella... de labios creados para pronunciar perfectas las palabras que prefiera,  que acierta, que genera curiosas melodías al hablar.
A ella... que pregunto deseando ver miradas de complicidad y palabras de felicidad al compás de movimientos elegantes. Ella... que brinda sin dudar el mejor de sus abrazos siempre que él no pierda la oportunidad de ser quién lo reciba... Ella... a quién buscan los abrazos con mínima certeza de necesitarlo.
Ella... Podría ser prosa narrativa, o lírica, o las dos al tiempo que el más retorcido verso. Ella, si tuviera que describirse con fonemas, no se pronunciaría, ella... Ella es eso mismo. Ella y suspiro, ella es los mismos puntos suspensivos...
Una vez pidió que le escribiese algo y por ello creo lindo describirle hoy como uno de mis textos...

lunes, 19 de mayo de 2014

Nada tan hueco

Directo al destino diario
En el mismo tren, todos secos,
Todos gritando silencio matutino
Repleto de gestos serios,
Simples ojos huecos...

Se pierde el tiempo del trayecto
En Cuidar los movimientos
Con normas de comportamiento
No me salgo de mi espacio, de mi hueco,
No tiento a mi intelecto.

Conservo locas ideas
Ocupan mis pensamientos
Recuerdos y anhelos
Pesados y lentos
Me quedo sólo, en el asiento.

Pasa el tiempo, no pasa nada
Con poco, me voy durmiendo,
Suelto muy lento, un suspiro,
Se escapa sin más mi aliento.

Nada es más hueco
Que el bullicio del silencio
Del vagón, del tren repleto de un metro.
En cualquier hueca estación,
Nada es más hueco.

Nada más lleno que la última parada
Solo yo y el señor durmiendo.
Aquel del discurso pleno
Aquel que di algo de dinero.

Nada más lleno, más hueco
Nada más, silencio, silencio.
Apuro a ser el último,
Mi acompañante ya marchó.

Y yo renuncio al abandono
De lo lleno y ahueco el día
Y este vagón antes repleto,
Repleto ahora de nuevo. De silencio.

Nada tan lleno, nada tan hueco.

viernes, 16 de mayo de 2014

Caricias de una estrella

No hablaré de mí, resulta más interesante observar... Y hacer tuys historias de cada día.

Llegó ella. Una joven morena de tez y melena, sonrisa afable, desprende inocencia, soñolienta a falta de su primer café. Mira el reloj dos veces en un minuto sin parecer saber qué hora es, ansiosa describe gestos nerviosos y anuncia su impaciencia sin posar sus ojos en nada y observando todo, dentro y fuera del vagón.

Llegamos a la siguiente estación y se desboca su mirada, observa el andén, la hora y todos los rostros que esperan en él. No localiza lo que busca, se hunde en su rígido asiento y aprieta los labios con gesto de decepción. Algo fallaba esa mañana para ella...

Entonces llegó él. El vagón en su mustio silencio, a la espera de llegar y despertar tras el siguiente café, rompe su sobriedad con los saludos que comparten.

No hay besos, ni en la mejilla siquiera, quizá solo sean conocidos e instintivamente observo la escena a la par que comienza mi escritura. 

No hizo falta ser un gran observador para notar en ella una chispa en sus ojos, un suspiro se escapa de su pequeña boca y exhala con él todo nerviosismo que no desea transmitir, pasa a una quietud que sorprende tras su estado antes descrito. Pinta con sus manos trazos muy controlados y lentos, habla con pasiva pronunciación y coge un papel rosado entre sus manos para iniciar figuras de papiroflexia. Un sistema muy hábil de gestionar y canalizar su previa situación. Él, ajeno a lo ocurrido antes de su llegada, se limita a ocupar el asiento libre a su izquierda.

Él, más bajito, también moreno de pelo con corte sencillo, con barba salteada y completa, es feliz con estar junto a ella. Proyecta sus rodillas hacia ella, el cuello y los hombros se enfocan en busca de la conversación perfecta.

Acercó despacio su rostro y comentó con voz suave cuánto le gustaba el perfume que llevaba, y ella, sin apenas girar el cuello aceleró unos instantes su ritmo de dobleces y tras insprirar discretamente, respondió sin mostrar interés diciendo:

- El de siempre...

Él, volcado de pleno en obtener su atención y procurando inútilmente no desvelar su emoción, posa sus manos en las rodillas y rasca constante sus rótulas. Busca su oportunidad y le pregunta por sus amigas, la noche de viernes y sus posibles planes, ella contesta sin entusiasmo y pocas palabras que su mejor plan para un viernes noche consistiría en ver una peli y charlar con su madre.

Estrés, júbilo, nervios, emoción desbocada... Él se sobresalta ante la inminente oportunidad brindada y ella, llena de alegría se limita a contenerse en una sonrisa disimulada, bajando su rostro. Se sabe dominadora de la situación, mas siendo una muchacha todavía y él, cordero de fábula a merced de un ingenioso y astuto lobo, muestra ingenuo su iniciativa proponiendo un estudiado y original plan de noche, para nada improvisado y con intención plena.

Ella, que no había levantado la vista de sus manos, había creado durante este rato, una curiosa y elaborada estrella de 6 puntas, parecida a un copo de nieve, simétrica y a la vez diferente a todas las que había visto antes. Sin contestar, pide al joven que la sujete, y busca en su mochila.

Él que no había apartado los ojos de ella en todo el trayecto se sumerge en el mismo paisaje a través del ventanal de cada día. Ella encuentra otro trozo de papel, más pequeño, en tono burdeos y señala la estrella en las manos del muchacho.

- Ésta es para mi madre.

Él asiente y ella sabedora de su control prosigue:

-... Esta noche quiero pasarla con ella, hace días que no charlamos.

Y con sonrisa malévola se dedica a observar al chico que se encoge aun más a su lado, intentando dispersar su desilusión, va girando despacio su cuello en dirección a la ventana de nuevo:

- lógico, no pasa nada, era por proponerte algo...

Aun sin terminar su nueva creación, toca con el papel la pierna del alchico y sustrae la estrella de sus manos:

- Había pensado en dar un paseo mañana por la mañana, podrías acompañarme...

- ¡¡claro!!

Él, sin dejar que terminase, recuperó la estrella y la paseó, a modo de caricia, por su antebrazo.

No hubo en lo que restó de viaje en mi compañía más palabras, solo sonrisas, papiroflexia y caricias de una estrella.