Aprovecho
a decirte despacio y por escrito todo aquello que llegó por falta de
inspiración.
Ahora
que me ruborizo cuando no dispersas tus miradas de las mías, hoy
cercanas las fechas navideñas, quiero contarte la leve historia del
olmo, roble, haya o símil que dibuje mi fábula, érase ahora aquél
de tronco seco, sujeto por raíces firmes y hojas otoñadas, que se
resiste a ser gris, adorna en colores y alegrías las madrugadas,
anhelando con ternura cada día el amanecer de los soles con los que
me iluminas. Busca con tiento, inmóvil, el acercarte de cada día y
espera, mientras distrae al viento con te amos susurrados entre sus
ramas.
Dulce
niña, en tardes como ayer la mía, que vos regalaste en la víspera,
solo puedo recordar tu jersey a rayas, disfrutando de un helado para
dos, y un parchís en el que tú siempre ganas, en el que dos siempre
ganan. Por ello en tu cumpleaños, no podré darte todos los antojos
materiales, pero te dedico con ternura lo poco que puedo obsequiarte,
mi corazón.
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