domingo, 3 de abril de 2016

Volver a casa 25/06/11

Volver a casa.
Entrar y ojos rebañan los tuyos.
Hay lágrimas que no te pertenecen,
Pero deberían.
No sientes, no temes, no.
No sabes, ni saben, ni sabremos.
Amargan las cuatro uvas para cenar.
No hay hambre, ni sed, ni ganas.
Se apagan las luces,
Tus sabanas, las tuyas,
Esas de tus ultimas noches de soltería.
Decoran el sofá que hará de cama
O quizá, previniendo futuras vigilias,
Se acomoda tu colchón, el tuyo,
El mismo que en juventud tenías,
Entre sofá y ventana.
La maleta abierta denota al suspicaz
Las prisas, y el desasosiego que la armó:
Espuma de afeitar, sin cuchillas.
Ropa de trabajo. Pero ninguna de calle.
Sí, tienes dos pijamas. Sin calzado.
Y muchas lágrimas no derramadas.
Dolerá mañana trabajar sin haber dormido.
Dolerá la espalda de no ser un chaval durmiendo en el suelo.
Dolerá el orgullo, y los brazos de abrazar la almohada.
Dolerán los ojos de sollozar, ya para nada.
Dolerá el alma de recordar y titubear en la oscuridad
Aun así, dolerá más sonreír a cualquiera ante ti, porque en tus ojos, tendrás a esa persona...
Los que ya conocen este pesar,
lo sostienen resignados,
pues conocen el rito que Sabina bien diría:
Olvidar de día y recordar de noche en soledad,
no mas de 100 días ni menos de 500 noches

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