viernes, 30 de septiembre de 2011

Bienvenido seas viernes, bien.

Hoy es viernes. Hoy comienza el engaño de creerme libre. No por trabajo, mas por el hecho de ser esclavo de ocupación completa de mi tiempo para no pensarlo. Siento que soy un queso de delicioso sabor pero con los suficientes agujeros, para perder los segundos que me quedan de felicidad. Soy el trecho intermedio de cada destino. Soy la inflexión promedio de la oportunidad. Siempre logro estar en la dirección de la luz serena, viéndola venir, sempiterna, desde mi penumbra.
Podría tender a la conformidad: no hay sol, está nublado, sin frio pero sin calor, brisa constante sin aroma a sal, no llueve, pero el cielo logra sembrar las dudas del que sabe. No sé bien aprovecharlo, soy inconformismo, siempre anhelo, en discreta tendencia a la ilusión.
Bienvenido seas viernes, bien. Mi pensar se esconderá hasta el próximo lunes, se ocupará de sujetar entre mis orejas la sonrisa incesante, ambigua, mueca incompleta de felicidad, procurando no dividir mi alma de mi cuerpo inerte.
Buscaré mis lunes o miércoles de plenitud entre mil quehaceres.

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